En el primer semestre de 2023, según el laboratorio de ideas salvadoreño Fundaungo, el 83,2 % de los ciudadanos de esta nación centroamericana habían manifestado su interés en votar en las elecciones presidenciales del domingo 4 de febrero de 2024.
En un sondeo reciente de la Universidad Francisco Gavidia, el 70,9 % de la intención de voto apoya la candidatura del actual presidente, Nayib Bukele.
La simulación de voto efectuada por la Universidad Centroamericana (UCA) eleva el nivel de adhesión a su reelección a un 81,9 %. En segundo y tercer lugar, a una distancia en torno a 70 puntos porcentuales, se encuentran los aspirantes tradicionales del centro izquierda (FMLN) y del centro derecha (Arena).
¿Qué explica esta previsión de éxito rotundo del actual primer mandatario?
Básicamente, la respuesta se centra en los resultados obtenidos en el combate contra la inseguridad. Según datos de la Policía Nacional Civil de El Salvador, la tasa anual de homicidios por cada 100 000 habitantes ha bajado de 53,1 % en 2018 a 2,4 % en 2023. El ministro de Seguridad, Guillermo Villatoro, ha recordado que El Salvador detenta ahora la tasa más baja de homicidios de América Latina y la segunda más baja de todo el continente (solo por debajo de Canadá).
Políticas de seguridad controvertidas
Al descenso significativo de este y otros indicadores en materia de seguridad física han contribuido las medidas aprobadas por el Ejecutivo y la Asamblea Legislativa, de mayoría oficialista, en los primeros seis meses de 2022. Las políticas adoptadas –que pivotaban sobre la declaración del estado de excepción, el endurecimiento de la política de detenciones, el crecimiento de la capacidad carcelaria y la evitación de la difusión de simbología y mensajes asociados a las maras– han sido criticadas en su forma y en su fondo por organizaciones internacionales y organizaciones variopintas de derechos humanos tanto dentro como fuera de las fronteras de este país.
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